Opinion: “Todos somos aprendices en democracia”

A propósito de la nota del amigo Marcópulos sobre el Presupuesto Participativo publicada en Momarandú, debo decir, citando a Pierre Rosanvallon, que “(…) Sólo la democracia concebida como una experiencia abre la puerta a un universalismo real: un universalismo experimental. Reconociendo que todos somos aprendices en democracia (…)”.
Quizás estas reflexiones pueden iluminar el nivel medio del debate político en la cocina local. Pero la cuestión pasa, como siempre, por la visión clásica de la administración del presupuesto fiscal en contraste con una visión renovada. Al Presupuesto Participativo (en adelante, PP) no le adjudicaría orígenes ya un tanto lejanos en tiempo y espacio sino a experiencias más nativas, ya que desde 2.006 el mismo se aplica en Bella Vista –¡sí, en el Taragüí!– y con fuerte iniciativa política del socialismo en la ciudad de Rosario, desde 2.003.
Aplaudo entonces la decisión del Intendente de crear un área específica para tal fin, la Dirección de Presupuesto Participativo, que coincide con la idea proveniente del sector social, desde la Red Vecinal Zona Norte, de aplicar tal mecanismo en Corrientes. Y para que la misma avance y sea fructífera tendría que pararse sobre algunos elementos de la realidad, y que son, a mi entender, los siguientes.
En primer lugar, que todo diseño de política de gestión participativa, que involucra no sólo al Estado sino también a la propia comunidad con nombre y apellido –comisiones vecinales, redes sociales, clubes, capillas, profesionales, instituciones sociales, vecinos, comerciantes, etc.– supone incorporar distintos intereses, tiempos y métodos. No es lo mismo el organigrama piramidal del Estado que los entrecruzamientos existentes en la sociedad civil. De aquí deviene posiblemente “cierta tensión dentro de la nueva administración” que desliza una nota publicada en Momarandú el 17 de enero. Planificar y gestionar con participación de la comunidad es un verdadero mboyeré y eso molestaría a algunos vio…
En segundo lugar, sería prudente ir de lo simple a lo complejo. Avanzar con pies de plomo, partiendo de dos requisitos básicos, a saber. Uno, el órgano municipal que opera en el territorio, descentralizando la gestión municipal: la clásica Delegación Municipal, con recursos y autonomía de gestión. Porque está bueno que Camau camine los barrios pero en algún momento se va a cansar el hombre (aunque lo desmentiría su condición atlética). Y dos, una base de organización vecinal o comunitaria en la zona, que esté dispuesta a ponerse las pilas, para participar y contribuir a los buenos resultados del PP. Con estas dos palancas, se pueden desarrollar una o dos experiencias piloto y, al año siguiente, avanzar sobre otras zonas de la ciudad, aumentando con ello el monto asignado al PP. Porque la idea y su arribo a buen puerto está por encima de cualquier protagonismo, se sitúe dentro o fuera del Estado.
En tercer lugar, y no por ello menor, la atribución específica que dará el Intendente al órgano de aplicación, la Dirección de PP: recursos, personal, autonomía y flexibilidad. Saltando a la vez esos “muros” que suelen separar a los ravioles del organigrama estatal. Junto a esto, cuál es la porción de la “torta” que está dispuesto a ceder la Municipalidad de su centralidad en el manejo del Presupuesto de obras
En cuarto lugar, y quizá lo más seductor en términos de construcción social, el PP podría constituirse en una política de Estado que atravesara dos o tres gobiernos, prolongándose en el tiempo. Tal lo planteado por el Foro Correntino de la Sociedad Civil, el 25 de setiembre de 2.009, a los Candidatos a Gobernador. Dejaríamos de hablar –gobernados y gobernantes– de “la gestión fulano” o “la gestión fulana”. Y empezaríamos a vislumbrar (¿suena utópico?) un Estado unido en primeras nupcias con amplios sectores de la comunidad correntina.
fuente: http://www.corrientesopina.com.ar/